Fue un 20 de septiembre
como el que no quiere la cosa
sin pensarlo, ni meditarlo.
Surgió el flechazo
como un dardo envenenado,
envenenado de amor.
Segundos más tarde,
los dos fundidos en un abrazo
de apasionado amor.
Hicimos de la noche
un rato de pasión,
inolvidable para la vida,
incomparable para mi corazón.
Semana inolvidable para los dos
jugando a querernos
sin pensar en el dolor
solo preocupándonos de vivir el amor,
el momento, y no pensar en el rencor.
Ahora, finales de octubre,
solo puedo pensar en el dolor
de unas heridas tan profundas
que no emanan mas que dolor,
al no poder estar,
junto a tu corazón.
Sabíamos que sucedería,
pero no éramos conscientes
que tal dolor provocaría
este amor de cuatro días,
sin querer y sin saber,
hemos provocado esta ceguera,
de no querer ver,
lo obvio que ha de suceder.
Al final, el tiempo,
le dará la razón
a nuestro corazón.
Sin lugar a dudas
mañana volveremos
hablar de nuestro amor,
sin cegueras...
y con razón...